martes, 23 de octubre de 2012

Tienes dos opciones:

Bajar la persiana y olvidarte de lo que pasa ahí fuera o dejarla subida y afrontar que hoy es un día gris, que hay tráfico, que la gente corre sin ningún tipo de rumbo mirando a su propio ombligo, tropezando una y otra vez, que a nadie le importa si sonríes y que le echas de menos.
Tú decides si escalar los tejados o quedarte sentado por miedo a resbalar. 
Correr entre los árboles, teniendo claro que ningún tiempo pasado fue mejor.
Compartir un cigarro y descubrir quién lo consume antes, vosotros o el tiempo. 
Ahora lo que toca es esto; huir bajo la lluvia, a cuestas o a hostias o seguir tras el cristal siendo un espectador de todo lo narrado.


domingo, 21 de octubre de 2012

CLAPPS.

Cuando lo importante era la diversión por encima de todo. Cuando pedíamos deseos en botellas y las lanzábamos al mar, dejando todos nuestros sueños al azar. Cuando teníamos los días contados, cuando gritábamos que queríamos un cigarro. Cuando no dudabais si me importabais. Cuando ver nuestras fotos me provocaba sonrisas y no nudos en el estómago del tamaño de las pelotas de un hipopótamo.





Por esos viejos tiempos, por aquellas promesas, por aquellos planes de futuro, por aquel año con vosotras. Por aquellas borracheras que nunca venían mal, por hacerme sentir como en casa en mis peores momentos. Por hacerme feliz día sí y día también. Por ser tan especiales y tan diferentes cada una. Por convertiros en mis amigas.
Por todo eso, os echo de menos.
Lo siento.

Cuando no acababa los textos con un punto y final lleno de lágrimas.



Follamos?

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Los lunes de Octubre.

Era una pequeña isla inmersa en un océano color gris ciudad.
Isla desierta, sin posibilidad de cambio, sin ambiciones, sin sueños. Inaccesible.



Lady Madriz.

Siempre más sola que la una, la gente sentada miraba como seguía su camino, como si de una película se tratase. Con más noches en vela que ninguna, intento probar fortuna una y otra vez. Intentos fallidos.
Era la estrella de los tejados, la estrella más alta, la más inalcanzable.
Intentando no dejar su huella en los demás porque sabía bien que sufriría.
Pitillos ajustados, humo y zapas rotas que pisoteaban las grises calles de Madrid. Esas calles que se convertían en océanos, tan profundos que el agua le cubría hasta la nariz. El agua o la mierda, llámalo X.
Siempre dispuesta a joderse a ella misma antes de quedar mal. Incapaz de soltar un no en el momento preciso, incapaz de afrontar los problemas.
Triste, profundamente herida pero resignada. 
Aún recuerdo cuando la veía pasar con esos ojazos inmersos en lágrimas, que acababan deslizándose por sus pecas, las mejillas coloradas y la cara de buena. Esas uñas mordidas por no morderle el cuello al mundo. Fue entonces cuando le susurré: Eh, pequeña, o jodes o te joden.
Ni si quiera levantó la cabeza, siguió andando aunque ésta vez más rápido, sacó su cigarro del bolso y fue entonces cuando me di cuenta de que tras ese culito, se escondía un presente frustrado y que aquella lección la tenía bien aprendida.