domingo, 23 de marzo de 2014

El indomable Will Hunting



“- Lo más triste de todo es que dentro de 50 años empezarás a pensar por ti mismo, y te darás cuenta de que solo hay dos verdades en la vida: uno, que los pedantes sobran, y dos, que has tirado 100000 pavos en una puta educación que te habría costado un par de dólares por los retrasos en la biblioteca pública.
- Sí, pero yo tendré un título, y tú servirás patatas fritas a mis hijos cuando paremos a comer algo antes de ir a esquiar.
- Es posible, pero yo seré una persona de verdad."





miércoles, 12 de marzo de 2014

El dormilón.

Ella habla y resplandece, él fuma y obedece.
Ella está sentada en la estación con aquella falda negra que me volvía loco, que tornaba en infinitas sus piernas. Con los pies colgando y el chaleco heredado de su abuela acompañado de una sonrisa. Una sonrisa al más puro estilo de Amélie, de las que enamoran. Poco le gustaban los cambios, luchaba por aferrarse a la seguridad.

Él escribe mientras ella duerme.
Hacía noches que no conseguía conciliar el sueño, hacía noches que mi almohada era mi psicólogo convirtiéndose en el mayor especialista del psicoanálisis. Apagaba los cigarros intentado difuminar su imagen de mi cabeza, el recuerdo de sus manos frías sujetando las mías. Hacía noches que lanzaba el bolígrafo con furia para borrar el recuerdo de aquella falda negra que se dejaba mecer por el viento. La misma falda que vestía hoy.

Ella vuela en bicicleta y él la llama desde un taxi.
Ella, la chica alegre de la estación, tarareaba una canción mientras sus pies se movían descompasados. Sus ojos brillaban y aquel pañuelo verde que descansaba en su cuello me mostraba el último rayito de esperanza. Vuélveme a llamar.

Ella canta desnuda una canción y él la mira y se relame.
Pienso en el recuerdo de su ropa tirada por el pasillo, dejando un rastro, imitando a Pulgarcito para que así siempre pudiese volver hasta ella. Pero, lamentablemente, en este cuento también hay pájaros. Pienso en mis batallas por desabrocharle el sujetador y ella desesperada gritándome que pare, pero susurrándome que siga, que hoy le apetece bailar entre las hojas que deja este diciembre, que hoy le apetece que sea su compañero de invierno. Que hoy le apetece convertirse en mi ru(t)ina.

martes, 11 de marzo de 2014

Cigarro infinito #2

Casa vacía, perro que corretea por el pasillo intentando demostrar su amor a base de mordiscos. Pequeño balcón de una calle de Madrid, vistas al Pirulí y a la ciudad que nunca duerme. Atardece. Jersey y una perfecta temperatura. Zapatillas del Atleti en mis pies y un cigarro en mi boca. Se respira una enorme felicidad que lo envuelve todo mientras mis apuntes descansan en la mesa y tú en mi cabeza.

Sábado 19:42 8 de Marzo del 2014

Cigarro infinito #1

Cigarros que saben a gloria, de esos que recordaras cuando seas mayor con una sonrisa. Esa felicidad efímera que parecía tan real, tan infinita. Con él a mi lado, compañero de secretos, vicios y sonrisas. Gracias por aquellos viernes que resucitaban hasta a Lázaro hasta al mar muerto.


Viernes 16:25 18 de Octubre del 2013

lunes, 3 de marzo de 2014

Sobre la vida y sus lecciones.

Este fin de semana me ha dado unas cuantas lecciones. La primera y más importante que debería dejar de ver las películas de Jennifer Aniston si no quiero acabar llorando. También aprendí que a los cachorros de labrador les gusta morderme la barbilla. Y que las patatas deluxe del Mcdonals son el amor de mi vida. Otra lección importante: Demasiada cerveza y dormir 5 horas en un sofá sin cojines y sin manta, son los ingredientes perfectos para un domingo de resaca.
Pero no planteo problemas sin ofrecer soluciones, así que he encontrado el remedio para esta. Y no es otro que la marihuana. A caso, ¿hay algo en este mundo que no sea curado por la marihuana?



Ayer aprendí una bonita lección. Aprendí la importancia del perdón. Ese lo siento que pensabas que jamás llegaría y que por tanto no imaginabas. Dicho por la persona que menos esperabas y la que mas daño te ha hecho. 
Ese lo siento te descoloca por completo llegando a comprender hasta que punto lo necesitabas. Y te pones a pensar en la cantidad de veces que habrás pedido perdón a lo largo de tu corta vida. Son más de las que deberías, tú lo sabes, yo lo sé.
Cuando somos pequeños nos obligan a pedir perdón casi a punta de pistola "Pídele perdón a ese niño o esta noche no cenas" "¡Pero mamáááá!" Y lo hacías, sin sentirlo, porque tu madre daba más miedo que el hombre del saco. 
A medida que creces comprendes que un lo siento acompañado de lágrimas de cocodrilo es suficiente para manipular a tus padres. "Lo sé papá, no debería haberlo hecho... es que no controlo..." Te conviertes en un ser irresistible. Has podido quemar la cocina que te secará las lágrimas e incluso te dará 10 euros para salir.
Después de todo esto, están los lo siento de verdad, aquellos que se te atragantan. Te repites a ti misma cómo pudiste ser tan imbécil a la vez que preparas un discurso precioso y conmovedor que de cierta forma te exculpe.

                         Tattoo


Somos simples. Todos necesitamos escuchar un lo siento. Un lo siento del niño que te ha quitado el bocadillo, un lo siento de tu mejor amiga cuando invitaba a otra a dormir a su casa. Eso sí que eran cuernos. Un lo siento de la chica que te ha clavado sus tacones en el metro.
O un lo siento como el que recibí ayer. Capaz de partirte por la mitad, romper todos tus esquemas y girar bruscamente tu cabeza hacia el pasado. Qué oscuro, me cago en la puta. Y entonces piensas: "¿Te crees que con esas dos palabras vas a borrar todo lo anterior?" "Para ti es tan fácil..." 
No sabes si reírte en su cara, si pegarle una patada en los huevos o soltar un "¡Ya era hora!" Pero te controlas porque desgraciadamente ya eres una mujer racional y comprendes que es necesario perdonar para poder avanzar. 
Y de repente eres jodidamente feliz e incluso tienes ganas de secarle las lágrimas y darle 10 euros a ese hijo de puta. 
Espera. Esto te recuerda peligrosamente a tu padre. ¿En qué momento hemos cambiado los papeles? ¿En qué momento he empezado a ser yo la manipulada?

Ayer aprendí una bonita lección: el karma existe y puede ser muy hijo de puta.
   
                Karma.

Vivimos a la espera de un lo siento y el tuyo llegó en el mejor momento. 

"La vida es demasiado corta para estar siempre cabreado."