miércoles, 16 de septiembre de 2015

Cigarro infinito #7

Son las 9:28 del 16 de septiembre del 2015. Llevo una sudadera que empiezo a pensar que está maldita. Me he subido en otro cercanías y sólo me he dado cuenta cuatro paradas más tarde. ¿El Casar? ¿Que coño habrá ahí más allá de las vías del tren? Y vuelta a empezar, dos trenes más. He llegado 20 minutos tarde y he preferido no entrar, así que aquí me hallo, en nuestro banco.
En fin.

Cigarro infinito como la relación que parecía tener con él.  Consumiéndose, consumiéndonos hasta que se apaga.
Pero tanto al tabaco como a ti, parezco estar atada. 
Soy incapaz de soltarte, de olvidarte, de dejar que seas feliz sin mí porque conmigo ya lo eres. Y yo lo soy.
Hablo en presente porque siempre lo estarás.  Me alegro de haberte tenido al lado y de seguir teniendote de tal forma, tan madura, tan mejores amigos siempre antes que novios.
Me seguiría pasando la vida a tu lado. Sé que ahora no es el momento, pero ¿quién sabe más tarde?. Un día, una semana, un mes o un año.
Todos nuestros planes cambiaron de repente hace quince días y hoy, me despierto sin ti.
Pero aún puedo darte los buenos días y aunque hoy sea un día gris en el que me niego a aceptar que se haya acabado el verano, eso me hace tremendamente feliz.
Lo siento.
Por todo.
Gracias.
Por ser el mejor hombre del planeta.
Gracias por salvar a chica triste.
Gracias por ser mi superheroe.
Gracias por soportarme como marido en un futuro.
Porque lo sabemos.
Te quiero.
Amigo mío.


lunes, 14 de septiembre de 2015

El verano y sus cervezas.

3 de septiembre.

Y aquí estaba otra vez, en San Fernando, yendo al mismo baño y al mismo parque de siempre, cumpliendo con mi rutina preferida.
Vuelvo a la ciudad que me transmite esa monotonía a veces añorada, sin prisas pero sin pausas.
La que lleva escrito un momento en cada rincón que voy dejando atrás y en los que se quedaron casi todas las personas que significaron algo para mí, y con ellas sus recuerdos.
Dicen que al lugar donde has sido feliz, no deberías tratar de volver, y mucho menos pretender que vuelva a ser todo lo mismo. Siempre hay pequeños detalles que cambian, que al fin y al cabo se acumulan y acabas sintiéndote como una guiri en la ciudad que te vio nacer, vivir y perder la cabeza y en la que se quedó un trozo de tu corazón.



Pd: Definitivamente, no hay nada que hacer en San Fernando a las 8 y media de la mañana.