lunes, 30 de julio de 2012

Tengo tanto miedo a echarte de menos, tengo tanto miedo a perderte, tengo tanto miedo a lo que me convertiré en apenas unos meses.

miércoles, 18 de julio de 2012

Puede que...

Puede que al final no te eche de menos, puede que simplemente me haya acostumbrado a vivir contigo y solo sea desacostumbrarse. 
Puede que cada recuerdo no me mate, que solo me provoque una inofensiva sonrisa. 
Puede que no acabe rodeada de mierda. 
Puede que no me duele ver tus fotos, tus grafittis, tus te amo dirigidos a otra. 
Puede que ni piense en ti, que ni me muera por escuchar tu voz. 
Puede que no me demore cada segundo intentando adivinar que estarás haciendo en ese momento, si me echarás de menos, si aun me quieres... También puede que te olvide tan rápido como me enamore de ti. 
Pero lo único seguro es que este texto es una puta mentira. 
Cada recuerdo provocara arcadas, cada segundo se hará eterno y cada noche se convertirá en 8 horas de soledad.


 

NOCHE ESTRELLADA.


Estrellada como la vida que quieres tener y nunca llega. Como la comprensión que siempre falta. Como la esperanza que está en cada estrella, siempre tan alta, que nunca caiga. Estrellada como tu pasado, como tu futuro. Y oscura como el presente, lleno de humo. Difuminado, con los ojos entreabiertos intentando captar solo lo bueno y capturando todo lo malo. 
Sociedad con prejuicios, ¡qué ganas de escapar a ese mundo que una vez el juro que crearía para los dos!




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10 de julio.

Cuando todo falta, corremos hacia el lugar donde nos sentimos más protegidos. Yo salgo a la calle con tal de no estar en esta mierda de sitio que llaman casa y voy hacia él acompañada de ese humo que me ciega. Me calma y me susurra: tranquila ya vendrán tiempos mejores, a falta de que nadie lo haga. Porque solo contigo saco las fuerzas que no tengo.
Necesito un abrazo y creo que voy en la dirección correcta. 
Muy buenos días princesa.

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viernes, 6 de julio de 2012

Aquel hombre...

Un hombre angustiado por el tiempo. Lleno de arrugas en las que hay incustrados millones de recuerdos, marcas por el cuerpo que conmemoran lo que fue una vida dura, llena de altercados.
Mirada profunda, mano rota, expresión triste. Es tan sólo un hombre entrañable, con un presente frustrado. Solitario. Tiene mil historias que contar pero nadie desea escucharlas.
Y ahora me doy cuenta de que somos dos completos desconocidos que buscan refugio en las vías del tren. Con un mismo destino. Escapando del tiempo y de la vida.

Pequeño.

El me enseña a querer, a cuidar de una persona más que de nosotros mismos. Me enseña que no siempre lo que te rodea es mierda, a apreciar cada detalle que la vida te da. A darme cuenta de que no todo me va tan mal y a aguantar mis impulsos. Me enseña que no puedo estar quejándome cada dos por tres, que la vida reparte las cartas y nosotros somos los que las jugamos. Carta a la mesa, presa.
Me enseña que las personas son algo más que un cerebro, no todo el mundo calcula cada movimiento. Me enseña a vivir sin más. A levantarme, sonreír, saludar, comer, salir y dormir. Se acabaron los excesos, se acabaron las noches en vela. Se acabo el vivir ajena a todo.
He empezado a darme cuenta de que hoy el cielo es azul, de que mis amigas están ahí, que hay alguien esperando a que me despierte y salga a la calle. Que no todos se estan esforzando en joderme, que la vida es más que respirar y que si cuidas a los demás, te cuidas a ti mismo.

Puesta de sol.

Vuelan las golondrinas de un lado a otro, cruzando un cielo que parece aplastado por la enorme rueda de un tanque, mientras el sol cierra sus ojos a la realidad: me voy de aquí, no puedo mirar.
Y yo me siento tan agradecida.

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