viernes, 6 de julio de 2012

Pequeño.

El me enseña a querer, a cuidar de una persona más que de nosotros mismos. Me enseña que no siempre lo que te rodea es mierda, a apreciar cada detalle que la vida te da. A darme cuenta de que no todo me va tan mal y a aguantar mis impulsos. Me enseña que no puedo estar quejándome cada dos por tres, que la vida reparte las cartas y nosotros somos los que las jugamos. Carta a la mesa, presa.
Me enseña que las personas son algo más que un cerebro, no todo el mundo calcula cada movimiento. Me enseña a vivir sin más. A levantarme, sonreír, saludar, comer, salir y dormir. Se acabaron los excesos, se acabaron las noches en vela. Se acabo el vivir ajena a todo.
He empezado a darme cuenta de que hoy el cielo es azul, de que mis amigas están ahí, que hay alguien esperando a que me despierte y salga a la calle. Que no todos se estan esforzando en joderme, que la vida es más que respirar y que si cuidas a los demás, te cuidas a ti mismo.

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