domingo, 26 de octubre de 2014

sábado, 18 de octubre de 2014

"El francotirador paciente." Pérez-Reverte.

-Voy a contarte una historia- me decidí-. La que me ha traído hasta aquí.
-¿Una historia?-parecía sorprendido-. ¿Tuya?
-No. De una muchacha que poseía esa inocencia en la que tú no crees. Y que me dejó impresos sentimientos en los que tampoco crees...¿Quieres escucharla, Sniper?
-Claro. Cuéntamela.
-Se llamaba Lita y tenía los ojos dulces. Creía en todo lo que puede creerse a los dieciocho años: en el ser humano, en la sonrisa de los niños y de los delfines, en la luz que dora los cabellos de alguien a quien amas, en los ladridos de un cachorrillo que cuando crezca será un perro leal hasta la muerte...¿Te gusta el retrato de Lita, Sniper? 
Ella era inteligente y sensible. Gemía de noche, dormida, como los niños cuando sueñan. [...]
-Yo amaba a Lita-susurré-. Me esforzaba cada día en orientarla hacia mí. En sustituir poco a poco, con lo que yo podía darle, aquella melancolía suya... Esa singular desesperación que la acometía a veces, toda su conmovedora inocencia traicionada por la imprecisa injusticia de la vida real. Lo que la hacía echarse a la calle con una mochila a la espalda y regresar de madrugada, fatigada, a veces feliz, oliendo a sudor y a pintura fresca. A la cama donde yo la aguardaba despierta para intentar hacer mía la parte de ella a la que nunca logré acceder... A la que no tuve tiempo de acceder. 

Me detuve a escuchar, inclinando el rostro. El quejido se había hecho más ronco. Más húmedo. 

jueves, 16 de octubre de 2014

"30 segundos sobre Tokio."

Necesité un abrazo y tuve que pedirlo. Sin embargo, recibí otro que no esperaba. Me emborraché para conseguir estar mejor después de perdonar errores casi imperdonables y sólo recibí una resaca al día siguiente. Dañé a las personas que más quería y no estuve segura de arrepentirme del todo. Olvidé en dos segundos todo lo que sentí durante años. Y esperé escuchar algo que jamás ha llegado. Me levanté y me juré que no lo volvería a hacer, aunque lo repetí todas las mañanas.

Tuve noches inolvidables con alguien siempre capaz de sorprenderme. Me enamoré y lloré en el metro los lunes por la mañana.Pensé que tenía súperpoderes, que la vida me sonreía demasiado, pero también pensé que tenía un imán para las catástrofes. Me sentí sola, muy sola. Desconocí a aquellos que me rodeaban y conocí a los mejores. Salté de alegría, bailé y reí cuando no podía. Me autodestruí en mil pedazos y los pegué uno tras otro. Seguí siempre hacia delante, sobreviví. Sufrí baños de realidad y tuve que levantarme al día siguiente para hacer algo que realmente no quería.


                Y finalmente, quise parar el tiempo y me dio por huir. 



AMISTAD.

Te echo tanto de menos que he conseguido sobrevivir a base de recordar tantos y tan buenos momentos juntos. Espacios en el tiempo que han quedado para siempre en mi memoria, grabados tan fuerte que incluso vuelvo a reír al recordarlos. 
Hablo de él, del que nunca falla. Hablo de una mente maravillosa con la que siempre he conectado. Hablo de una misma filosofía que nos llevaba a vivir sin pensar hasta aquellos domingos de resaca en los que pensábamos sin vivir, venían a recordarnos que ya no eramos felices. 
Hablo de amistad, de amistad en mayúsculas. De tener una mano que sabes que no sería capaz de soltarte. De la cantidad de veces que te tendería la mía sin esperar nada a cambio. O de las veces en las que ambos necesitamos agarrarnos y salir juntos de la boca del lobo. 
Hablo de él, de mi mejor amigo, de mi mayonesa espesa Devesa. Hablo de un "para siempre" lleno de fiestas y aventuras. Porque todo era así. A su lado siempre salía el sol, incluso en el febrero más frío.
Gracias por cada recuerdo. Por cada experiencia vivida. Por cada consejo, que no han sido pocos... Y sobre todo por seguir contando conmigo cuando las cosas se ponen feas.
Te prometo que trazaré un perfecto plan de escapismo y empezaremos de cero. Lejos, donde no exista la autodestrucción. Donde se vean sonrisas desinteresadas por la calle, donde la gente a la que queremos no sufra más, donde de las fuentes salga vodka rojo, y donde las riendas de nuestra vida sean manejadas solo por nosotros. 

Gracias por quererme aún cuando ni yo misma lo hacía.
Gracias por quererme siempre. 
Gracias por absolutamente todo. 

Me pasaba días y días escribiéndote páginas y páginas.