lunes, 4 de junio de 2012

Iciar Ortega.

Te dejas pisar tantas veces. Pasan una vez, vuelven y te pisotean. Y tú comportándote como la alfombra más suave, con el tacto más placentero para los pies. Tan débil, tan blandita que es incluso reconfortante pasarte por encima. Nadie piensa en los sentimientos de una alfombra. ¿Le dolerá?¿Habré pasado ya demasiadas veces? Y por eso vuelven. Y la alfombra es incapaz de guardar rencor. Tiene un corazon enorme.

Ya es hora de abrir los ojos. De levantar el vuelo, de ser una alfombra mágica. De echar a correr pero en dirección contraria. Ya es hora de romper todos tus esquemas.
Nadie ha mirado por ti para tomar decisiones, mientras tú has mirado hasta por el vecino de tu prima la de Cuenca.

Eres grande, pequeña. Enseñaselo a los demás.
Las alfombras pasan de moda, las bombillas, nunca.  Conviértete en bombilla. ¡Vamos, será divertido! Se delicada pero fuerte. Ten esa fortaleza que hace que nadie sea capaz de tocarlas. Sube a lo alto y mantente ahí.
Prométeme que no vas a dejar que te vuelvan a pisar. Vas a olvidar y a recordar lo que es volar alto sientiéndote la princesa de alguien. Y asegúrate de que esta vez, el príncipe no salga rana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario