domingo, 4 de noviembre de 2012

Raúl

Sé que mereces la pena cuando tus lágrimas caen sobre el suelo de un vagón de la línea 9. Motivo? Nuestra despedida.
Sé que la mereces por el simple hecho de que lloras sin esconderte, como si no tuvieras que demostrar a nadie que eres un machote. Que aquella vieja que nos miraba te sudaba la polla. Que ayer lo único importante era yo. Yo, la que te acompañaba fingiendo ser fuerte, intentando hacerte sonreír para ver una vez más esa sonrisa que me vuelve loca.
Sé que mereces la pena cuando me miras con esos ojos de enamorado y te sonrojas porque sabes que me he percatado de que me miras así. La mereces por evitar que pase frío, por no dejarme nunca sola, por acompañarme en esos silencios, por quitarme las lágrimas de los ojos tantas veces...
Me encanta cuando finges que escuchas todas mis teorías sobre la vida, cuando me dices que todo eso son tonterías y yo me enfado. Disfrutas viéndome enfadada, no me lo niegues. Yo disfruto de tu forma de desenfadarme: Te odio. No mientas. Eres un hijo de puta. Me amas. 
Y no sé si matarte o comerte a besos. Gana la segunda, afortunadamente.
Cada vez que te vuelvo a ver después de X semanas o meses, después de millones de lágrimas y nudos en la garganta, después de días vacíos me digo a mi misma; merece la pena. 
Y es que realmente la mereces porque la felicidad que siento en esos dos días contigo no me la podría dar nadie en 384.


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