Este mes necesitamos a esa persona que nos hace resucitar, que nos alegra la rutina... Bendita tarde en la que encontré sus manos. Esas manos de tipo duro con los nudillos que callan miles de sentimientos estampados contra la pared. Ahora veo sus manos sujetando el peta, ese peta cargado de sus sueños inalcanzables, sometiendo a la ceniza a una caída libre. Esas manos que luchan por desabrocharme el sujetador y mancharlo todo de nostalgia. Esas manos que me dibujan un mundo lleno de fantasías, de utopías, donde todo parece ir bien. Esas manos a las que necesito aferrarme porque aun soy demasiado pequeña para un mundo de gigantes.
¿Qué más se puede pedir en un mes como este?
Compañero de mil historias que jamás se han olvidado.
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