Ya estoy aquí, donde a la gente se le ha olvidado vivir, donde nadie recuerda sonreír. Frenar. Donde a nadie, a absolutamente a nadie le importas un carajo. Donde todo el mundo mira por si mismo, a su propio ombligo, simplemente evitando no mancharse el traje.
Y así vamos, siempre con prisas, atascos, gente sin rumbo. Siempre sin frenos, Madrid.
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