domingo, 2 de febrero de 2014

No lo leas. No merece la pena, no es más que mierda.

Lineas vacías que temen la soledad. Soledad que te abofetea cuando ves que personas que te juraron un "para siempre", te apuñalan con un "hasta nunca". Te das cuenta con los años y con todos esos flashback que devuelven a tu mente auténticos buenos momentos con los que hoy son extraños para ti. 
Días de punto y final. Gritos que resuenan entre el eco de estas cuatro paredes, por las que me subo en un domingo como este. Buscando consuelo en cualquier hombro al cual agarras con firmeza, con angustia, con ansia temiendo que él también se vaya. 
Semanas que deseas que pasen rápido, pero pasan como las notas de aquella balada de Rock, clavándose una a una, dejando tras cada letra una lágrima. 
Llegan los viernes anticiclónicos que parecen traer la calma a una vida de tormenta y gris monotonía, cuando lo único que traen es una borrachera adjunta a una resaca del 15. Esto se repite desde el día que me juré llevar la cabeza bien alta.
Intentos fallidos, uno tras otro. Tiros que salen por la culata. Oportunidades que ni a la tercera son vencidas. Vértigos, crisis. "La vida se parte y no me quiero agarrar."
Sólo pido un motivo, una mínima razón que me demuestre que lo estoy haciendo bien. Y, ¿qué hacer cuando esperamos algo que no llega?
Menos mal que aún están los de verdad, los que no te juraron que estarían ahi siempre pero que te lo desmuestran día a día. 
Game over, de nuevo. 
Punto y final lleno de lágrimas.
Aquí estoy, escribiendo lo que me sale del culo que para algo esto es mío. Venga, besitos.



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