domingo, 6 de abril de 2014

Alzmr

Tengo miedo.
Me susurró la niña de los enormes ojos azules, mientras se aferraba a mi brazo y hundía su cara en mi pecho. Se negaba a mirar como aquello que tanto quería se desvanecía con el tiempo.
Tengo miedo.
Volvía a repetirme. Puedo jurar que nunca he visto tanta angustia en el fondo de unas pupilas como en las suyas. 
La abracé intentando demostrarle que todo saldría bien. Pero mi voz no sonaba convincente. Y ella lo sabía.
Quería protegerla así que seguí escondiéndola hasta que todo terminase y ya no hubiese vuelta atrás. 
Sus ojos nunca dejaron de mostrarse aterrados y mi pecho nunca dejó de estar disponible para ella.

Lástima que a día de hoy esta historia aún no haya acabado.



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