Érase una vez una chica que era fuerte, hasta que un día dejó de serlo.
Érase una vez una chica que necesitaba que alguien le dijese lo guapa que estaba pues ella era incapaz de verlo.
Érase una vez una chica que se sentía vulnerable, que habían conseguido que se sintiese absolutamente nada.
Érase una vez una chica que lloraba arrodillada con la cabeza en el retrete.
Érase una vez la chica más preciosa del mundo.
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