jueves, 15 de diciembre de 2011

Lluvia.

28 de octubre.

Lluvia. Monotonía. Historias rápidas de personas que corren bajo ella con miedo a mojarse. Corren hacia su trabajo, su colegio o instituto, tal vez hacia la persona que aman con el único fin de juntar sus labios a la par que caen finas gotas sobre sus cabezas. Historias contadas a cámara lenta bajo la fina tela de un paraguas. Nuevas amistades,cigarros tirados en el suelo empapados, atascos que ponen furioso, Madrid abarrotado.

Supongo que la lluvia ya define un tipo de día, un día gris, solitario, casero, película y mantita. O un día rápido, monótono, lento... A mí la lluvia me marca dias de reflexión, me ayuda a darme cuenta de lo lejos que tengo todo, de lo que tengo que luchar para conseguirlo.
Yo caigo con el agua desde las nubes hasta la cruda realidad de un día de tormenta como este, de un OCTUBRE que me cansa, que pasa lento en mi mente. Que tal vez deje secuelas para el resto del invierno.

Lluvia, te paraliza, te conviertes en espectador, te quedas en ese momento para siempre con el corazón roto, el cerebro siempre pensando y el cuerpo mojado, los pelos pegados a la cara que no te permiten distinguir entre lo que es bueno o malo para ti... ¿A caso importa? Hoy llueve, mañana será otro día. En el que aún quedaran recuerdos de ayer, los charcos, en los que verás tu reflejo y pensarás¿Esto es lo que quiero ser? Y entonces volverás a subir a las nubes hasta el próximo día de tormenta, en el que caerás a merced del tiempo. Dejandote llevar para bien o para mal.
Simplemente es un mal dia para ver llover, hoy el cielo está llorando y quizá llore yo tambien.

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